La Reina Descalza, de Ildefonso Falcones

¿Habéis leído La Mano de Fátima, de Ildefonso Falcones? Es un libro fascinante que me descubrió mi amiga Marta hace ya un par de años. Sin duda, uno de mis libros favoritos, de esos que no te olvidas porque cada cierto tiempo viene a tu mente y siempre está entre los dos o tres que recomiendas a todo el mundo. Teniendo La Mano de Fátima tan presente, la nueva novela de Falcones, La Reina Descalza, pasó a estar entre mis prioridades de lectura nada más saber que se había publicado. Pero, como ya he comentado en otra ocasión, hay libros que son únicos y otros que lo son menos, aunque compartan autor/a.

La Reina Descalza está ambientada a mediados del siglo XVIII durante el reinado de Fernando VI, el segundo rey Borbón. Cuenta la historia de los Vega, una familia de gitanos del Barrio de Triana en Sevilla, que se ve despojada de su casa, de su ilusión y de su futuro cuando el Marqués de la Ensenada ordena el destierro de los gitanos que habitan en ese barrio con la firme intención de extinguir su raza del reino español. Milagros Vega, una joven y talentosa artista, nieta del patriarca de los Vega, logra evitar el destierro y con la ayuda de Caridad, una cubana “morena” que llega a España libre tras años de esclavitud, consigue el mayor de todos sus sueños: casarse con Pedro García, el nieto del mayor enemigo de su familia. Esta decisión, tan deseada como peligrosa, traerá a Milagros y a los suyos graves consecuencias, cambiando para siempre sus vidas.

Aunque parezca una historia a lo Montescos contra Capuletos, La Reina Descalza es, sobre todo, una alabanza al orgullo y coraje de la raza gitana. Comparte con el resto de libros de Falcones (La Catedral del Mar y La Mano de Fátima) una cuidada y exhaustiva narración histórica de hechos reales. Aunque, en mi opinión, en La Reina Descalza hay muchos más momentos álgidos y escenas llenas de tensión que ponen al lector en vilo.

Sin embargo, y aún reconociendo el gran esfuerzo de Falcones por aportar la mayor veracidad histórica posible, debo admitir que en ocasiones La Reina Descalza me ha aburrido. Se me ha hecho larga, con demasiados giros de 180 grados que trastocan la vida de unos personajes que ya han sufrido lo indecible. Es cierto que en sus otras dos novelas esto mismo también sucede, pero en La Reina Descalza la capa de sensacionalismo que envuelve a todo el libro es demasiado gruesa. No obstante, es una novela entretenida, que descubre facetas menos conocidas del pueblo gitano y te transporta al Madrid en el que, con mayor o menor acierto, se comenzó a trazar un plan urbanístico para convertir una villa carente de condiciones higiénicas mínimas en la capital de un reino que todavía conservaba un cierto esplendor.