Memorias de una zorra, de Francesca Petrizzo

Me llamó la atención este libro porque, aún a sabiendas de que es mitología o leyenda, siempre me pareció asombroso el personaje de Helena de Troya por haber sido la culpable de generar una guerra de la que tantas páginas se han escrito. Incluso en la película Troya, su personaje desprende ese egoísmo que lleva a pensar cómo pudo abandonar a su esposo Menelao por Paris cuando era evidente que eso conllevaría una guerra de dimensiones extraordinarias. El amor lo puede todo, sí, pero… ¿tanto cómo para enemistar a dos pueblos durante años y llevarlos a la ruina? Memorias de una Zorra, de la escritora italiana Francesca Petrizzo, relata la vida de Helena de Troya con el fin de responder, precisamente, a esta pregunta.

La propia Helena es el narrador en primera persona de este libro, lo que le otorga un ritmo ágil y muy centrado en los hechos, más que en las descripciones de la Grecia clásica o de la legendaria ciudad de Troya. La vida de Helena está cubierta de desdichas desde su nacimiento. En parte por las envidias y pasiones que desprende su belleza (se decía que no había habido mujer más bella que ella) y también por las desgracias en su familia. Mucho antes de su matrimonio con Menelao, hermano del Rey Agamenón, Helena descubre el amor, el luto el duelo, la pasión… Demasiadas vivencias para tan pocos años de vida. Y eso hace que su matrimonio, desde el principio, sea una atadura, una obligación, una losa. Realmente Paris, príncipe de Troya, no es ni su primer ni más querido amor, simplemente llega en un momento en el que Helena, tras ocho años de matrimonio, decide poner punto final a su infelicidad y dar rienda suelta a sus anhelos.

A partir de ahí, la historia es bien conocida. Helena huye con Paris a Troya y Menelao y Agamenón, contando con guerreros casi dioses como Aquiles, no tardan en armar un ejército que se planta a los pies de Troya y asedia la ciudad durante diez largos años de guerra.

Y entonces ¿valió la pena la huida de Helena? Mi conclusión, tras leer esta novela, es que no.La autora pone en boca del mismo Héctor, hermano de Paris y príncipe heredero de Troya, que Helena no fue la causante de semejante guerra, pero tampoco se alude a ninguna otra razón. Por eso, me ha costado sentir empatía por su personaje, aunque tampoco creo que el fin de la autora fuera que el lector sintiera pena o compasión por ella. Sino, simplemente, relatar las memorias de aquella que a sí misma se consideraba un ser diferente y superior a los demás y que toda su vida se movió en busca del deseo de amar y ser amada.

Diane Kruger como Helena en la película Troya (2004)