Brújulas que buscan sonrisas perdidas, de Albert Espinosa

El último libro de Albert Espinosa comparte con los anteriores un título original, un montón de grandes verdades y una historia peculiar, enrevesada, que el lector va descubriendo poco a poco, sin que sea posible predecir nada. Estos ingredientes son más que suficientes para que su lectura merezca la pena. Aunque debo admitir que, de los tres libros que he leído de este ingenioso y nada común escritor, Brújulas que buscan sonrisas perdidas es el que menos me ha cautivado.

Brújulas que buscan sonrisas perdidas es una breve historia contada por su protagonista en primera persona del que no sabemos absolutamente nada. Es él quien nos va desgranando piezas de su vida de manera desordenada, pero lógica, para hacernos entender que esta una historia sobre la relación padres e hijos y cómo muchas veces los segundos se equivocan prejuzgando erróneamente a los primeros. 

Albert Espinosa posee una manera peculiar y única de escribir, que hace que, al menos para mí, sea una obligación dar apenas unas pocas pistas sobre el argumento de sus novelas, porque descubrirlas en primera persona es lo que las hace especiales. Pueden gustarte o no gustarte, pero, sin lugar a dudas, son lecturas completamente diferentes, de las que te hacen reflexionar sobre tu propia vida a golpe de frases que dicen muchas cosas con muy pocas palabras. Como en la reseña de Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven, aquí os dejo una pequeña selección de las que a mí más me han hecho pensar. 

«Todo tiene menos valor una vez que lo adquieres…»

«Es curioso la gente que has visto hacerse mayor ante tus ojos… Cuando eres pequeño parecen inquebrantables, de una pieza… Y con los años te das cuenta de que no son irrompibles, les ves las fisuras…»

«Me he encontrado con gente que habla pero no siente lo que cuenta, y entonces mi desinterés es automático…»

En definitiva, una lectura diferente, fresca y original. Para mí quizás más pesimista de lo que me esperaba, pero también es cierto que muchas veces un libro nos gusta más o menos según nuestro estado de ánimo.