Cartas a Palacio, de Jorge Díaz

No puedo decir que este libro me haya entusiasmado. Sí, que se lee solo, porque está repleto de elementos que hacen que no puedas soltar una novela: venganza, celos, un triángulo amoroso, una ambientación de época muy lograda. Sin embargo, no he logrado conectar con ninguno de sus personajes. Y ése es el motivo principal por el que, a pesar de que la trama general sobre la que versa el libro me ha encantado, Cartas a Palacio no ha cumplido mis expectativas. Quizás porque éstas eran muy altas…

 

Las miles de cartas que el Rey Alfonso XIII recibió entre 1914 y 1918 de familiares de combatientes de todos los países que participaron en la Primera Guerra Mundial es el telón de fondo sobre el que gira Cartas a Palacio. España, recordemos, fue un país neutral en esta contienda, pero Alfonso XIII se empeñó en que el país ayudara a minimizar los daños de la guerra sobre la población civil. Por eso, puso en marcha una oficina diplomática, la Oficina Pro-Cautivos, desde la que dar respuesta a las solicitudes de información de familiares, facilitar el intercambio de presos entre unos países y otros y ayudar a la identificación de soldados heridos o fallecidos.

Teniendo como base este hecho histórico real, Cartas a Palacio se basa en las relaciones entre los miembros de esta Oficina Pro-Cautivos, con especial hincapié en retratar las diferencias de clase entre unos y otros. Por un lado está Álvaro Giner, noble y amigo íntimo del Rey, que asume la dirección de la Oficina; Blanca Alerces, hija de marqueses, quien es la comidilla de toda la clase aristócrata madrileña tras haber plantado en el altar a su ex-novio Carlos de la Era; y Manuel Campos, un anarquista de corte tolerante que colabora en la Oficina a sabiendas de estar creando desconfianza entre los miembros de su grupo.

Entre estos tres personajes se crea un triángulo amoroso que, junto con los progresos de la Oficina, son las principales tramas de interés de la novela. Sin embargo, para mí gusto ninguno de ellos son personajes que estén a la altura y carecen de coherencia en sus acciones y en su desarrollo. Especialmente en el caso de Blanca, que se presenta como una mujer avanzada para su época, pero tan avanzada que a mí me resultó poco creíble su manera de actuar conforme avanzaba la novela. Es por eso que otros personajes menos relevantes están mejor perfilados y aportan a la historia frescura, como el padre de Blanca o el mismísimo Alfonso XIII.

No obstante, es una novela muy entretenida porque las relaciones humanas están muy presentes y eso es un elemento infalible para crear interés en el lector. También, la ambientación de la época es muy rica en detalles tanto históricos como sociales. Por ejemplo, sobre el mísero barrio de Las Injurias en Madrid, que por aquellos años era la zona más pobre de la ciudad a orillas del Manzanares.

Sin embargo, en mi caso este libro no me ha provocado ningún tipo de emoción, sólo interés puro y duro por saber qué pasa, pero no he sufrido, reído o me he emocionado con ninguno de sus personajes y eso que sus vidas no son caminos de rosas. 

En resumen, una novela recomendable por su cariz histórico y porque en conjunto está muy bien escrita, pero que para mi gusto carece de personajes que estén a la altura de su trama. 

Incluyo esta novela en el Reto Novela Histórica ¡y con ella lo supero!