El principito, Antoine de Saint-Exupéry

No hay lista de «los mejores libros» o «100 libros que debes leer» en la que no se incluya a El Principito. Aunque no es un libro en el sentido más estricto de la palabra, sino más bien una fábula o un cuento, ha pasado a la Historia como una de esas obras maestras que sorprenden y encandilan al lector más escéptico y fascinan al que lo devora con ganas. Yo estoy en el segundo grupo y puedo afirmaros que es una lectura amena, reveladora y muy útil para hacer un parón cuando, como es mi caso, llevas dos semanas leyendo la última y extensa novela de Ken Follet, El umbral de la eternidad, que espero acabar esta semana y reseñar para la que viene. 

El principito

El aviador francés Antoine de Saint-Exupéry escribió este relato inspirado por la tremenda experiencia de haber estado varado durante 3 días en el desierto del Sahará en 1935. Intentaba junto con un compañero lograr el récord de velocidad entre París y Saigón, pero un accidente rompió su sueño. Durante esos tres días estuvieron al borde de la muerte por deshidratación, sufriendo alucinaciones y espejismos. Un beduino les rescató al cuarto día, pero todo lo que Saint-Exupéry creyó ver nunca lo olvidaría y sería la base de su gran obra literaria y por la que ha pasado a la fama en todo el mundo.

Como veis, lo que motivó a crear esta obra maestra ya es en sí extraordinario. Pero más lo es su argumento (ver aquí), muy difícil de explicar porque confluyen en él tanto la imaginación desbordante de Saint-Exupéry, como alusiones a  conflictos políticos en aquel momento, como el nazismo, y, especialmente, odas a valores universales como la amistad, la generosidad o la integridad. 

El principito 2

No es un libro del que se deba contar su argumento, porque entonces se rompe la magia. No en vano, apenas tiene 100 páginas. Pero es de esas historias que no necesitan 1.000 páginas, porque, como muchas cosas en la vida, en El Principito menos es más. En cada capítulo condensa un mensaje, una enseñanza o una paradoja que lleva al lector a reflexionar. De hecho, si fuera profesora de literatura a mis alumnos les haría leer sólo un capítulo por día, para que fueran capaces de absorber y asumir lo mucho que en tan pocas palabras este libro es capaz de ilustrar. 

Entre esas frases únicas, me quedo con las siguientes:

“Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan)»

«Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos»

«Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones»

Seguro que muchos habréis leído ya este libro inolvidable y otros muchos releído. Pues tiene toda la pinta de que es de esos que cada vez que lo abres descubres cosas nuevas, te cuestionas otras y te reafirmas en muchas más. 

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