Hacia los mares de la libertad, de Sarah Lark

Los libros de Sarah Lark son un guilty pleasure para mí. Esta expresión inglesa, que viene a decir algo así como que es algo que disfruto pero que en parte me hace sentir culpable o avergonzada de ello, define a la perfección lo que me pasa cuando me zambullo en las novelas de esta autora alemana. Sarah Lark tiene un estilo que se repite en todos sus libros (que ya van seis, por cierto), estén ambientados en Nueva Zelanda o en Jamaica y le funciona muy bien. No en vano, como lectora comienzo sus novelas con la tranquilidad que proporciona saber qué me voy a encontrar y cuáles son los puntos fuertes y débiles de su literatura. 

Hacia los mares de la libertad

 

Hacia los mares de la libertad nos vuelve a llevar a Nueva Zelanda en el siglo XIX, cuando colonos de Inglaterra, Escocia e Irlanda recorrieron miles de kilómetros para empezar una existencia más próspera. En esta ocasión, todo comienza cuando en un pequeño y pobre pueblo de Irlanda, Kathleen y Michael tratan de iniciar una vida juntos que se ve truncada por la falta de recursos económicos de ambos. Michael acaba en la cárcel y después deportado a Australia tras cometer un pequeño robo. Kathleen, por su parte, es obligada a casarse con un vecino debido a su avanzado embarazo y emprende con él una nueva vida en Nueva Zelanda con la desdicha de no saber si algún día volverá a ver a Michael y si éste conocerá a su hijo

Mientras, en Londres, Lizzie es una avispada joven que se ve obligada a hacer la calle para subsistir. Al igual que le ocurre a Michael, un robo de unos mendrugos de pan le suponen la cárcel y después la deportación a Australia y es en el viaje a este Nuevo Mundo donde conoce a Michael y se enamora de él. Sin embargo, todo lo que haga Lizzie a partir de entonces para conquistar su amor será en vano. Michael solo pensará en Kathleen, a pesar de que ni siquiera sepa que también ha abandonado Irlanda. 

Como en la anterior trilogía de Nueva Zelanda, en este libro la recreación de los usos y costumbres de la época es muy creíble y está integrada de manera muy coherente con la trama. El entorno de Australia y de la Isla Norte de Nueva Zelanda introducen nuevos paisajes y, por supuesto, los maoríes son un elemento principal que sostiene toda la historia y que determina en muchas ocasiones el devenir de los personajes, especialmente en el caso de Lizzie. 

De hecho, para mí Lizzie es lo mejor de este libro, no Kathleen, quien parece a priori el principal personaje femenino. Lizzie va ganando protagonismo a medida que avanza la lectura y me ha encantado cómo su personaje evoluciona, cómo siempre tiene recursos para salir adelante cuando todo va mal y cómo, en cierta manera, comparte con Gwyneira (la protagonista de la anterior trilogía) ese coraje que en aquella época distinguía radicalmente a unas mujeres de otras. Kathleen y Michael, sin embargo, son personajes más planos, que representan un ideal inalcanzable. De hecho, me han hartado las numerosas ocasiones en las que se describe con todo lujo de detalles la belleza de ambos, que queda muy clara en las primeras páginas del libro. 

Por esto último, no me ha parecido que sea «más de lo mismo» de Sarah Lark. Creo que la autora ha cogido lo más valorado de sus anteriores libros y lo ha intentado concentrar todo en éste. El resultado no es un libro mejor, sino una novela más conservadora. No hay «riesgos literarios». Es un estilo que funciona, que vende y que satisface al lector. Es, por tanto, una novela sin pretensiones pero del gusto de quienes venimos leyendo las novelas de Sarah Lark desde el éxito de En el país de la nube blanca

12 comentarios en «Hacia los mares de la libertad, de Sarah Lark»

  1. Me quedan 50 páginas para acabar la novela y ya puedo decir que me ha gustado mucho. Sigue la misma linea que sus anteriores sagas y el estilo de la autora me encanta.
    Besos!

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